lunes, 22 de octubre de 2007


LA CONFESION


"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay
en mí camino de perversidad, y guíame
en el camino eterno".

Salmos 139:23-24

El salmista muestra una actitud de sinceridad al pedirle a Dios que le revele si en él hay algo ofensivo que impida su crecimiento. La función del Espíritu Santo es persuadinos de aquello que ofende la santidad de Dios. No es necesario adivinar lo que podría ser pecado en la vida de uno. Si tu te sometes a la dirección divina, el Espíritu Santo te mostrará las cosas que ofenden a Dios.

El Padre desea que confieses tu pecado para hacer lo que te ha prometido: Perdonarte y limpiarte. Tu te mientes a tí mismo cuando dices no tener pecado. El Padre al cual tu oras conoce el pecado que hay en tu corazón. Confesar tu pecado hace que te sientas mejor, sin embargo, ese no es el propósito. El propósito es restaurar tu comunión con Dios.

Asímismo, como lo señala Salmos 66, Dios no escucha tus oraciones si sigues aferrado a tu pecado, rehusándote a reconocerlo y confesarlo. La confesión del pecado de tu vida es el siguiente paso valioso hacia tu comunión con el Padre mediante la oración.

"Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
el Señor no me habría escuchado.
Mas ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi súplica".

Salmos 66:18-19

No hay comentarios.: